Primer revés para la Araña

Dxt (enviado especial)

La tarde padelera del pasado día 2 apareció soleada para la pareja formada por el Tatuador y el Tiburón y especialmente pesada, húmeda y quejumbrosamente otoñal para la Araña y el Lisiado. El partido, que no tuvo mucha historia en el marcador (victoria para Tatuador y Tiburón por 6/2, 6/1) si deparó, sin embargo, varias curiosidades. Hasta ahora habíamos visto cómo un colectivo acudía en masa a ver las actuaciones del ídolo Pingüigino, en este caso el de las novias imaginarias, que se hacen notar al grito de "Pingüigino asesino". El viernes acudió un representativo grupo procedente de Chueca que de forma histérica jaleaban al Lisiado: "¡Lisiado, mariquita!". Ésto fue debido sobre todo por la querencia excesiva del Lisiado de cortar en demasía toda bola que se acerca a su pala, con lo que la mayoría mueren antes de pasar la malla divisoria de parcelas. Mal debut para el Lisiado, que incluso probó la marca del Tatuador en su zinedina cabeza cuando un globo que cayó como un meteorito, impactó en la zona más desforestada de su testa. Por ende, poco a poco la gran Araña fue perdiendo confianza y cometiendo fallos impropios de este padelero de altísimo nivel que dejó sin embargo destellos de su gran calidad.

"Aspecto de la testa del Lisiado tras la acción de Tatuador"

La doble TT perfila su estilo

Parece que Tatuador, secundado por el aprendiz Tiburón, va a intentar marcar el ritmo en el campeonato, y ambos lo van a hacer de la mejor forma posible, tomando la iniciativa. La filiación de esta pareja con su juego y lo que representa, es su compromiso. Esta afirmación les permite llegar a una posición definida en los partidos que los ubica como protagonistas y no como simples huéspedes de sus rivales. Esta dupla crea, innova, inventa, tiene iniciativa, se atreve, deja huella, abre caminos y los señala, controvierte y es controvertida, transmutándose así en elemento activo del padel; continúan la transformación de este deporte dejado a medio hacer para que ellos lo concluyan con sus propias potencialidades, para que lo corrijan, para que lo mejoren, para que lo prolonguen a su servicio, para que junten las aguas o las separen... En definitiva, tienen el valor de escoger su juego con iniciativa y decisión, y eso es lo que los marca como padeleros y les da su dignidad y personalidad.